Capitulo.-5
La caza de los Gamusinos.
Ya anochecido, una
de las gatas del servicio doméstico, abrió la puerta del garaje donde Don
Patrocinio guarda su coche y al momento salió en este, acompañado de la gata
veinteañera con la cual, desde aproximadamente las doce de la mañana, se retiró
a sus aposentos con el fin de tomarle las medidas adecuadamente para fabricarle
unas botas artesanales, el proceso que emplea desde el principio hasta el final,
es totalmente manual, incluido está en él la toma de medidas, la cual, como uno
de los mejores artesanos en su especialidad la realiza en jemes, con el fin de
no desvirtuar el proceso .
Al llegar a nuestra
altura ha detenido su coche, ha bajado el cristal de la ventanilla y nos ha
dicho que se marchaba un mínimo de una semana a la costa con la gata
veinteañera, pues el problema de que las últimas botas que le fabriqué le
rozaran un mínimo casi imperceptible, era debido a que a última hora de la tarde
las patas se le inflamaban un poco y que pensaba que, caminando descalza
durante unos días por la arena de la playa, esa pequeñísima inflamación se le
corregiría definitivamente. Esto ya me ha ocurrido con unas cuantas de mis
clientas y es la mejor solución que para este problemilla de tan poca
importancia he encontrado, así les evito que tengan que acudir a curanderos o
chamanes especialistas en este tipo de inflamación. En cuanto al examen del
expediente podéis continuar sin mí, pues es un asunto de vital importancia y
que hay que resolver de la forma más rápida posible, pues puede darse el caso
que con una semana caminando por la arena de la playa no termine de curarse del
todo y necesite unos días más para que la cura sea definitiva.
Sin más, aceleró de
tal forma su potente vehículo que dejó tras de él una polvareda impresionante y
en un momento desapareció por la entrada principal de “El Encinar”.
Una vez que la
polvareda se asentó y el ambiente quedó despejado de polvo, he acompañado a Don
Zacarías a la nave donde tiene apilados los sacos de piensos y enormes
cantidades de latas de sardinas que hace ya más de un mes compró y de las
cuales hemos ido dando buena cuenta en días muy señalados. Como buen amante de
la economía, los sacos vacios y todo lo que sea susceptible de reciclar lo
tiene almacenado al fondo de esta nave. Con lo que obtiene de las ventas del
material reciclable ya nos ha invitado varias veces a una buena comida en el
mesón restaurante “El Taurino”, también es cierto que en la recogida del
material reciclable cooperamos todos desinteresadamente, con el fin de que la
explotación de cerdos ibéricos no esté contaminada. Hemos recogido veintidós
latas vacías de un tamaño de unos veinte centímetros de diámetro y cuarenta y
dos sacos de los destinados para el reciclaje, todo ello lo hemos llevado al
descampado que frente a la casona solariega hay y hemos esperado hasta que los
veinte porqueros psicólogos novatos han bajado como les ordenó Don Zacarías con
el fin de realizar su primer trabajo en su nueva y digna profesión.
Estaban a punto de
ser las doce de la noche, cuando aparecieron los novatos con cara de alegría,
pues tal y como está el asunto del trabajo hoy en día, no era para menos.
Don Zacarías les
ordenó que escucharan con atención lo que tenía que explicarles, para ello
formaron un grupo frente a nosotros dos y lo primero que les preguntó fue:
¿Cuántos de vosotros son expertos en la caza de gamusinos?
Respondieron dos de
ellos, con una sonrisa de oreja a oreja, que ellos ya habían participado en una
ocasión en la caza de ellos y que jamás en su vida habían vuelto a saborear una
carne tan exquisita como la de gamusinos asados.
Bien, entonces y
como expertos en la materia –dijo Don Zacarías- poneros al lado de José Luis y
de mí, pues vosotros no necesitáis ningún tipo de explicación con respecto a
cómo cazar a tan escurridizo y pequeño animal.
Estos dos se
pusieron a nuestro lado y por indicación de Don Zacarías les explicaron el
proceso de la caza de los escurridizos gamusinos al resto de sus compañeros,
haciendo un énfasis especial en la dificultad de su caza y les alertaron que
sobre todo lo demás destacaba el sabor tan especial que la carne de estos tiene
una vez asados, carne que deberíais agradecer a Don Zacarías de forma especial,
pues posiblemente esta sea la única vez que la disfrutéis en toda vuestra vida.
Esta caza tan
especial -prosiguió Don Zacarías- consiste en mantener el saco que ahora os voy
a proporcionar permanentemente abierto durante toda la noche, al mismo tiempo
hay que realizar otras dos operaciones que son imprescindibles, para que esta
caza tan especial, dé el resultado adecuado.
De nuevo tomó la
palabra uno de los novatos experto en este tipo de cacerías y les explicó que
como ya les había indicado Don Zacarías, además, tenían que estar golpeando una
lata de estas que aquí veo y que supongo que hay las justas, una para cada uno
de los veintidós que en la cacería vamos a participar, de forma continuada con
un palo, pero veo que a Don Zacarías se le ha olvidado traerlos.
No hay que
preocuparse de los palos –dijo Don Zacarías- pues un poco más adelante hay
montones de ellos, provenientes de las podas a las que estamos sometiendo a las
encinas y que pasaremos al lado de
ellos, pues se encuentran en la dirección que debemos tomar para realizar la
cacería y donde nos proveeremos de ellos.
Se les ha olvidado
tanto a Don Zacarías como a nuestro compañero –dijo el otro novato- que en lo
que mantenemos el saco abierto y golpeamos de forma continuada la lata hay que
permanecer cantando de forma constante una canción que tiene solamente un
estribillo y que os lo canto ahora para que lo aprendáis y que como ya se os ha
indicado hay que cantarlo continuamente, el estribillo es el siguiente: “Uno,
dos, tres, cuatro, gamusino al saco”, este estribillo lo vais a cantar ahora,
lo más alto posible que podáis, tres o cuatro veces seguidas con el fin de que
lo llevéis aprendido correctamente y que en lo que dure la cacería lo haréis de
la forma más alta que vuestros gaznates os permitan, sin olvidaros que debéis
hacerlo de forma continua, como así
haremos los demás y que ya somos expertos en la materia del gamusino. Nos distribuiremos
de tal forma que estaremos entre doscientos o doscientos cincuenta metros unos
de otros, para poder abarcar la mayor extensión posible. Los que nunca han
participado en este tipo de cacería formarán una línea delante de los que ya
somos expertos, que permaneceremos sobre unos quinientos metros detrás de los
novatos, con el fin de cazar a los más escurridizos, que ya de por sí lo son
todos y además os advierto que son de pequeño tamaño y que de noche son
prácticamente invisibles.
Una vez dadas las
explicaciones anteriores y cantado el estribillo varias veces, cada uno de los
novatos cogió un saco y una lata y los expertos nos llevamos un total de
dieciocho sacos y la correspondiente lata, sin más nos dirigimos a la cacería y
al pasar por los montones de leña, cada uno cogimos un palo del tamaño adecuado
para golpear la lata adecuadamente.
Al cabo de unos
cincuenta minutos de caminar llegamos al
montón de piedras, que en su día el Gran Akila había juntado al
despedregar la parte de tierra que Don Zacarías le expropió con el fin de
plantar las semillas que el Chamán que la ministra Doña Ana Mato le envió a Don
Zacarías en el Suzuki que su marido le había regalado y pasados unos
seiscientos metros aproximadamente del montón de piedras, en un teso enorme
distribuimos a los novatos a la distancia acordada, en el mismo momento en que
cada uno ocupaba su puesto, inmediatamente abría el saco en la forma en que Don
Zacarías explicó al primero de ellos en el momento de ocupar el puesto
designado y que no era otra que con las patas traseras separadas una de la otra
unos veinte centímetros, pisaba la parte interior de este, con el fin de
mantener la parte exterior del saco en contacto contra el suelo y con una de
las patas delanteras levantaba la otra parte del saco, formando así una especie
de triangulo en la abertura del saco, por la cual los gamusinos se irían
introduciendo en este y de esta forma quedaban aprisionados en su interior, con
la otra pata tocaba fuertemente la lata de sardinas con el palo que en uno de
los montones de leña se había procurado y al mismo tiempo cantaba, a viva voz,
el estribillo que el compañero experto les había enseñado.
Una vez que todos
estuvieron distribuidos de la forma acordada, los dos porqueros psicólogos, ya
expertos en la cacería de gamusinos, Don Zacarías y yo retrocedimos hasta el
montón de piedras formado por Akila e inmediatamente comenzamos a meter unos
tres kilos de ellas en cada uno de los dieciocho sacos de los que íbamos
provistos, no metimos más peso en los sacos por que nos faltaron piedras para
ello.
Una vez que
acabamos con el montón de piedras, Don Zacarías quedó satisfecho, pues nos
comunicó que se había ahorrado una buena cantidad de euros, pues de esta forma
no ha tenido que alquilar una furgoneta de buen tamaño para deshacerse de
ellas. Acto seguido nos tumbamos en el suelo con la idea de dormir hasta el
amanecer, lo cual no pudimos hacer, pues además de la fuerte voz con la que los
novatos en la caza de gamusinos cantaban el estribillo, uno de los tesos que en
frente del que los dejamos hay, producía un eco tan impresionante, que por todo
“El Encinar” se escuchaba el sonido que las latas al ser golpeadas producían y
aún mejor se podía escuchar: Uno, dos, tres, cuatro, gamusino al saco.
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Gamusino. |
Una vez que
llegamos a La Casona les ordenó que cada saco que portaban los depositaran
junto a diferentes encinas, uno en cada una de ellas, que nos acompañasen a un
copioso desayuno, para posteriormente darse una esmerada limpieza y a dormir
hasta mañana a primera hora de la mañana, pues falta os hace por la noche de
cacería que habéis pasado, pero antes poned las latas de sardinas junto a las
nuestras y los palos en los montones de leña.
En lo que estábamos
desayunando comenzaron a llegar algunos de “La banda de los festines” con cara
de sueño y preguntaban a Don Zacarías que quienes eran los nuevos expertos en
la caza de gamusinos, al mismo tiempo le decían que la próxima cacería que
realizase, sería conveniente realizarla en la parte más alejada del encinar,
con el fin de que los demás podamos dormir de forma adecuada.
A lo que Don
Zacarías les contestaba que si no se enteran los demás de que hay cacería de
gamusinos, es como si no se hubiera realizado, ahí es donde está el “secreto”
de la caza del gamusino.
Al terminar de
desayunar y antes de irnos a dormir nosotros dejamos los sacos vacíos de los
que éramos portadores y las latas de sardinas, en la nave donde se guardan para
su reciclaje.
(1) Los gamusinos son animales imaginarios que en España, Portugal y Cuba se emplean para gastar bromas a los novatos en algunos oficios.
(1) Los gamusinos son animales imaginarios que en España, Portugal y Cuba se emplean para gastar bromas a los novatos en algunos oficios.
Merci
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